Hace unos días vimos o escuchamos sobre el enfrentamiento verbal que tuvo la periodista, Patricia del Río y el ministro del interior (por la mala suerte lo es), Daniel Urresti, en una entrevista en que estaba aclarando sobre el "supuesto" reglaje a la jefa de la Sunat, Tania Quispe, que había solicitado que investiguen a los amigos de su hijastro. (Ella negó dicho reglaje).

El ministro del interior, Daniel Urresti, respondió la mayoría de las preguntas con el gran "sarcasmo" (por no decir, falta de respeto) que lo identifica, las preguntas que le realizaba, Patricia del Río, que le pedía una explicación sobre dicha involucración del estado. 

D.U: “¿Tú me dices que yo hablo mucho?. No te pases, pues, oye. Aquí la que habla mucho eres tú.”

P.R: “Ministro, me gustaría que me trate de usted, porque yo a usted no lo estoy tuteando. Usted se puede burlar o hacer todas las patanerías que quiera, pero las preguntas son claras.”

D.U: “Si usted dice que digo patanerías me esta diciendo patán. Pero a usted no se le puede decir nada, porque es usted una "diosa del periodismo.”

P.R: “No le voy a permitir calificativos de esa naturaleza, ni a mí ni a ningún periodista ni a ningún ciudadano.”

Luego de escuchar esto, el periodista Raúl Vargas intentó calmar los ánimos. 

En fin, Patricia del Río tuvo todo el derecho de enojarse por ese calificativo que le puso el ministro del interior, Daniel Urresti, porque él no tenía ningún derecho de hablarle así, porque ella le estaba hablando con respeto. Pero no es la primera vez, que el ministro del interior le pone calificativos o apodos a un periodista, a Aldo Mariátegui le dijo, "Alditus", en vez de llamarlo por su nombre y todavía se lo dijo tuteándolo, en el programa Sin Medias Tintas.

Si un ministro no puede hablarle con respeto a alguien, entonces, ¿Quién lo hará?, ellos tienen que dar el ejemplo, al igual que el presidente.